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sábado, 10 de julio de 2010

LA MEDITACIÓN MERKABA

LA MEDITACIÓN MERKABA
Ejercicio de meditación MERKABAH
1) Asumimos la postura corporal y el mudra elegidos.
2) Cerramos los ojos. Nos concentramos en nuestra respiración, sin modificarla aún.
3) Reducimos nuestro ritmo respiratorio, tanto como nos sea posible.
4) Visualizamos nuestra Merkaba, nuestra estrella tetraédrica, en el centro de nuestro pecho.
5) Imaginamos que nuestra estrella empieza a girar, lentamente. Inhalamos, y visualizamos el aire que ingresa a nuestro cuerpo, viaja hasta nuestro pecho e ingresa a la estrella; al hacerlo, au¬menta un poco la velocidad con que gira nuestra Merkaba.
6) Continuamos respirando, visualizando cómo nuestra Merkaba gira a una velocidad cada vez más mayor.
7) Cuando la Merkaba viaja a una velocidad tan rápida que sus bordes ya no son nítidos y vemos sólo una estela circular, imaginamos que la estrella empieza a crecer, lentamente.
8) Visualizamos que la estrella continúa creciendo hasta exceder nuestro cuerpo; ya no es una estrella dentro de nuestro pecho, sino que nosotros estamos dentro de la estrella.
9) Nuestro Merkaba continúa girando a una velocidad prodigiosa. Visualizamos que del centro de nuestro pecho se enciende una pequeña luz.
10) Con cada inhalación, la luz va creciendo, expandiéndose en todas direcciones, lentamente, hasta cubrir completamente nuestra Merkaba.
11) Exhalamos, y al hacerlo, la velocidad con que gira nuestra Merkaba va disminuyendo, muy lentamente, pero la luz blanca que la cubre no pierde intensidad ni tamaño.
12) Continuamos respirando hasta que nuestra Merkaba se ha detenido. Llevamos nuestra atención a la luz que nos cubre.
13) Exhalamos, y al hacerlo, nuestra Merkaba va reduciéndose lentamente, hasta regresar a su lugar original en el centro de nuestro pecho.
14) Llevamos nuestra atención a la respiración. Recuperamos lentamente su ritmo normal.
15) Abrimos los ojos, lentamente.
PRIMEROS EFECTOS DE ESTA MEDITACIÓN
La meditación Merkaba tradicional incluye una serie de visualizaciones bastante complejas, que deben coordinarse con el ritmo respiratorio; a cada inhalación y exhalación le corresponde una visualización y un mudra particular. Además, implica visualizar rayos de luces de diversos colores, en distintas zonas de la estrella tetraédrica que tenemos en nuestro interior, según el sexo de la persona que medita.
El ejercicio que se presenta aquí es una simplificació n de esta técnica. Pero no por ser más sencillo es menos poderoso. El objetivo final, activar el campo energético que rodea nuestro cuerpo físico, se mantiene.
Este campo energético es el aura. Tiene una forma ovalada, rodea nuestro cuerpo y va cambiando de color según nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Originalmente, posee todos los colores del arco iris (roja, naranja, amarillo, verde, azul, violeta, índigo y blanco), a los que se suman tres colores más: dorado, bronce y plateado. Cada color se debe a ciertas emociones y sensaciones. El más puro de todos ellos es el blanco, y es el color que predomina en un aura sana, plena, en armonía con el Ser interior de la persona y la Energía Cósmica superior.
Cuando nuestro vehículo Merkaba interior se activa, produce una luz blanca que llena nuestra aura, la purifica y la colma de energía positiva. El blanco es la suma de todos los demás colores, y por lo tanto es la suma de todos los sentimientos positivos; es algo así como una mezcla de fuerza, alegría, optimismo, amor y serenidad. Un aura blanca potencia nuestra creatividad e imaginación, que son propiedades del hemisferio derecho del cerebro (que también se revitaliza con la activación de nuestra Merkaba interna).
Las personas que disfrutan de un aura blanca poseen una claridad mental muy grande, que les permite llevar una vida tranquila y sencilla, siendo posible para ellos superar cualquier problema que se les presente.
Un aura sana es, además, un seguro de salud física. Si el aura toma un tono blanco es porque el flujo de energía dentro de nuestro cuerpo es fluido. Y cuando la energía recorre cada rincón de nuestro cuerpo libremente, sin bloqueos ni obstáculos, no aparecen enfermedades. De hecho,.es muy común que hoy en día los tratamientos de la medicina tradicional sean acompañados por algún tipo de terapia energética que elimine los bloqueos internos que imposibilitan el flujo de energía a través del cuerpo. La Merkaba , que es el medio por el cual podemos mejorar el flujo energético, es entonces un sanador físico, espiritual y psíquico.
Un aura oscura, por el contrario, nos habla de un alma aquejada por la incertidumbre, el dolor o la enfermedad. Y muchas veces, de un alma que sufre de estos tres malestares al mismo tiempo. Cuando el aura es de color marrón, se debe a una personalidad egoísta. Cuando es gris, a que la persona sufre de depresión. Y cuando es de color azufre, nos habla de un alma dominada por la ira.
En pocas palabras: la meditación Merkaba cura nuestra aura. Por lo tanto es una herramienta de sanación espiritual que permite el equilibrio emocional, y al mismo tiempo crea una armadura que nos protege de los embistes de las energías negativas del exterior que quieren ingresar a nuestro cuerpo. Es decir que transforma la energía interna en energía positiva y evita la entrada de toda energía que no sea benéfica.
La Merkaba ha sido desde el inicio de los tiempos un símbolo del amor incondicional. Al purificar nuestra aura, nos permite relacionarnos únicamente desde el amor, dejando de lado los miedos, el recelo, el enojo o cualquier otra emoción negativa. Por eso mismo, existen medallones con forma de Merkaba que algunas personas llevan siempre alrededor de su cuello, como un recordatorio constante del poder de ese vehículo de superación personal que todos poseemos en nuestro interior.

Nuestro vehículo Merkaba pone fin a los vicios espirituales de la vida moderna: nos ayuda a conectarnos con otra realidad, poniendo fin a la obsesión que los hombres occidentales tenemos con lo material. Desarrolla nuestra conciencia, y elimina la envidia, el temor y los celos. Sentimientos negativos que son muy comunes hoy en día, especialmente en los lugares de trabajo.






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