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jueves, 25 de junio de 2009

Profecias buenas y malas

Red Ascensional a la Luz <unificacion.cosmica@gmail.com>
guillermo cruz <temas_2001@yahoo.com>
Asunto: Tema: Profecias buenas y malas


Desde hace siglos, la humanidad ha tenido conocimiento sobre varias profecías mundiales, como son catástrofes, terremotos e inundaciones, pero muy pocos han tomado en consideración su cumplimiento y hasta que estas se manifiestan, es cuando el mundo empieza a prestar atención e interesarse sobre estos acontecimientos, los cuales ya hemos empezado a ver y sentir y todo esto, es solamente el principio de la amargura que le espera a este mundo.

Hay también profecías que están por venir y que han sido reservadas para darlas a conocer en este tiempo, para sorpresa de unos y asombro e incredulidad de otros, pero tarde o temprano todo tiene que cumplirse.

Es por eso que se aproxima a toda la humanidad una prueba muy grande, tanto que en toda la historia de sus siglos y edades, no ha tenido semejanza, es un tiempo de gran tribulación.

Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas. (Libro de Isaías 8:22)

Grande será la trasformación que sufra la humanidad en breve plazo: instituciones, principios, creencias, religiones, sectas, costumbres, leyes y todos los órdenes de la vida humana serán conmovidos desde sus cimientos.
Una conmoción de orden espiritual será en el mundo y los pueblos se conmoverán ante acontecimientos extraños y sorprendentes, que a los orgullosos y engrandecidos les parecerán absurdos e ilógicos.
Aparecerán enfermedades raras y extrañas, las cuales la ciencia, no sabrá curarlas; y será impotentes para calmar tanto dolor. Se desatarán las epidemias y gran parte de la humanidad perecerá.

Los hombres de ciencia enfermarán, de otros callará su lengua y a otros se les trastornará su cerebro y los sabios dudarán de su sabiduría.

Muchos serán testigos de las más grandes calamidades, ya que este mundo presenciará grandes terremotos. Partes del mar se convertirán en tierra y otras tierras serán invadidas por las aguas.
Los hombres saldrán de sus comarcas y aun de sus países en busca de ayuda y salvación.
Tres cuartas partes de la tierra, serán tocadas por el dolor.

La Tierra se estremecerá y el sol hará caer sobre este mundo, rayos candentes que quemarán su superficie. El dolor será tan grande entre la humanidad, que el pan no será suficiente para alimentar a los hombres, y la tierra, hoy fecunda, por un tiempo se volverá estéril.

Brotarán volcanes, el fuego surgirá de la tierra. Los vientos se desencadenarán, la tierra se estremecerá y las aguas saldrán de su cauce. De esta manera manifestarán los elementos su resentimiento con el hombre, ya que ha hecho mal uso de su libre albedrío y ha roto la armonía y la amistad con la naturaleza que lo rodea.

Todo el dolor causado por los hombres, se reunirá en un solo cáliz que será bebido por los que lo originaron y los que nunca se conmovieron ante el dolor de la humanidad, sentirán que su espíritu se estremece.

Pero esos sufrimientos serán para bien de la Humanidad, tanto en lo material como en lo espiritual; porqué serán como un "hasta aquí" a la carrera desenfrenada de tanta maldad.

¡ La justicia tiene apariencia de castigo, sin serlo !

Habrá lucha entre diferentes religiones y doctrinas y esto ocasionará una guerra de ideas, de filosofías y de credos donde todos defenderán su verdad.

Surgirán falsos profetas manifestando prodigios exteriores que solo servirán para confundir y sorprender a las multitudes.

Las puertas del más allá se abrirán y legiones de espíritus turbados confundirán a los hombres en su espíritu, corazón y mente, con manifestaciones sorprendentes.

Hoy os parecen muy lejanas todas estas profecías, sin embargo su cumplimiento está próximo.

Todo a su tiempo se cumplirá, porque todo lo que se ha profetizado ha tenido siempre una profunda razón de ser, aunque los hombres han dudado cuando aquel anuncio les ha sido revelado mucho tiempo antes de su cumplimiento.

Se levantará nación contra nación, y reino contra reino…(Libro de Lucas 21:10)
Cuántas y espantosas guerras esperan a la humanidad, mucho más aterradoras que las que han pasado, en las que el furor de los elementos desencadenados, se confundirá con el estruendo de las armas; el mundo será pequeño para contener en su seno tanta destrucción.
Todo ello traerá como consecuencia que los hombres, habiendo llegado al máximo de su dolor y de su desesperación, se dirijan suplicantes al Dios verdadero, al que no quisieron llegar por el camino del verdadero amor, para pedirle su divina paz.
Del oriente al occidente se levantarán las naciones desconociéndose y del norte hacia el sur también se levantarán para encontrarse todas en la encrucijada, con cuyo choque se producirá una inmensa hoguera en la que arderá el odio y el orgullo.
Todavía veréis a un poderoso lanzarse sobre otro poderoso para destruirle y quedarse como señor de la Tierra.

Cuando al fin de la lucha quede uno de pie y quiera lanzar el grito de victoria, contemplará que su reino es sobre ruinas y cadáveres y que su imperio es de miseria y de muerte.
Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aun no es el fin. (Mateo 24:6)

BUENAS Y AGRADABLES PROFECÍAS
Porque un momento será su ira (justicia) pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro Y a la mañana vendrá la alegría (Libro de los Salmos 30:5)
Cierto es que a este mundo le esperan pruebas muy grandes, porque el cumplimiento de algunas profecías son como vendaval que azota, pero también hay buenas profecías que son brisa que acaricia, porque los días de dolor de esta humanidad, le serán acortados, porque será tan grande su amargura, que ello hará que los hombres despierten de esa noche de tempestad, entonces volverán las naciones a recobrar la calma y los elementos naturales se aquietarán, y aparecerá el iris de la paz y todo volverá a sus leyes, a su orden y armonía.
Entonces veremos de nuevo el cielo limpio y los campos fecundos, las aguas volverán a ser puras y el mar será clemente; habrá buenos frutos en los árboles y bellas flores en los prados y las cosechas serán abundantes.
La Madre Tierra, que ha sido profanada por sus hijos, volverá a ataviarse con sus galas más hermosas y los hombres no la volverán a llamar valle de lágrimas, ni la convertirán en campo de sangre y de muerte.
La misma Naturaleza que a veces os parece hostil, la veréis amable en sus distintas estaciones. Los montes y valles, ostentarán exhuberancia y belleza y la salud, el bienestar y la paz, envolverán la vida humana.
La ciencia no se detendrá en su camino, y el científico penetrará con respeto en las obras de la creación e inspirado por ellas hará obras benéficas que llevarán el adelanto y el progreso de la Humanidad.
Los ríos serán abundantes, las tierras estériles serán fértiles, porque habrá armonía entre el hombre y las Leyes dictadas por el Autor de la Vida.
Las fronteras serán borradas, las coronas y los cetros caerán, el poderío desaparecerá, la riqueza y la pobreza también, porque ya es tiempo que dejen de existir esas diferencias. Llegará el día en que todos poseerán por igual la tierra.
Desaparecerá la hipocresía, la mala voluntad y la vanidad, para dar lugar al amor y a la concordia. Y ese lamento que se ha eleva hasta la altura del cielo, por la viudez, la orfandad, la escasez de pan, la ausencia de paz y de alegría, se cambiará por un himno de amor, de gratitud y de reconocimiento a la verdadera vida. Esta voz surgirá de toda la humanidad.
Desde ese día, el hombre odiará la guerra, arrojará de su corazón el rencor, dará muerte al pecado y comenzará una vida de restauración y de reconstrucción. Muchos se sentirán inspirados por una luz que antes no contemplaron y se levantarán a crear un mundo de paz.
El mundo será un pequeño santuario en medio del Universo, desde el cual los hombres eleven su espíritu al Creador de la vida.
Entonces volverá la moral al seno del hogar, porque habrá perdón y comprensión en las familias y espiritualidad en las costumbres. Los hijos respetarán a sus padres, los padres comprenderán mejor a sus hijos, habrá fidelidad en los matrimonios, entendimiento entre hermanos, en una palabra: habrá verdadero amor y respeto de unos a otros.
Nuevas generaciones poblarán la Tierra y recogerán los frutos de la experiencia y de la evolución, tanto espiritual como material, que sus antepasados hayan dejado, porque de todo el pasado seleccionarán solo los buenos frutos.
La misma Tierra sentirá que sus nuevos moradores vienen a sembrar la vida verdadera con obras nobles, que vienen a restaurar y reconstruir, lo que los destructores y profanos destruyeron.
¿Es esto una fantasía? ¿Nos parece inalcanzable tanta paz y tanto bienestar material y espiritual? Es que no nos hemos dado cuenta de que estamos en el final de una etapa material y en el principio de una era espiritual.
El temido fin del mundo no llegará según lo esperan muchos hombres, el fin si vendrá, pero será el fin de la maldad y de todos los errores de la humanidad.
El mundo seguirá girando en el espacio; los espíritus seguirían llegando a la tierra a encarnarse para cumplir su destino; los hombres seguirán poblando este planeta y sólo la forma de vida entre la humanidad cambiará. Las transformaciones que la vida humana sufra, serán tan grandes, que nos parecerá como si un mundo se acabara y otro naciera.
El mundo material, el planeta, no está próximo a su desintegración, pero el fin de ese mundo de errores y pecados, de tinieblas y mala ciencia, se terminará.
El mundo que desaparecerá será el mundo de maldad que hemos creado, en el cual los fuertes oprimen a los débiles; del que ha huído la inocencia hasta de los niños, en el que los padres desconocen a los hijos y los hijos a los padres. Este mundo en el que los principios e instituciones más sagradas han sido profanadas por los hombres y en el cual unos a otros, en vez de amarse como hermanos, se matan.
Un mundo nuevo será delante de los hombres, un mundo, que siendo el mismo, aparecerá más hermoso, porque entonces los hombres sabrán tomarlo para su bienestar y progreso, dando a todas sus obras un ideal de espiritualidad.
Entonces podremos ver las primeras luces del Gran Día anunciado por profetas y enviados tiempo ha:
Porque he aquí que Yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. (Libro de Isaías 65:17),
¿Cómo podemos contribuir al cumplimiento de estas buenas profecías?
Regenerando nuestra vida en todos sus órdenes, es decir: Limpiar cuanto haya que limpiar y corregir, cuanto haya que corregir, mirando dentro y fuera de nosotros, algo más allá de nuestro hogar y de nuestros afectos, apartándonos del egoísmo, del odio, del rencor, de la falta de verdadero amor, perdonando, comprendiendo a los demás, orando y estando bien con nuestras familias y sobre todo con nosotros mismos.
Si así lo hacemos, seguro que este mundo se levantará limpio de su lepra, también surgirá vida de la muerte; lograremos que del odio broten frutos de reconciliación y que de la locura surja la razón.
Las banderas de las naciones, destrozadas por el combate, se unirán todas hasta formar un estandarte de paz, porque estaremos orando al Dios de la paz, al Padre que solo quiere la alegría y el bienestar en el corazón de sus hijos.
Esa, sí será vida para los hombres, porque dentro de ella respirarán paz, gozarán de libertad y se sustentarán solamente con aquello que encierre verdad.
¡Entonces comprenderemos, porque se le ha llamado vida!
Pero eso depende de nosotros, cierto es que existen quienes no han hecho mal a nadie, pero el que no es causante de la guerra, es responsable de la paz.
Cuando todas estas profecías se cumplan y los hombres busquen en las Escrituras alguna señal de ellas, se sorprenderán al encontrar a cada paso el indicio claro de todo cuanto han contemplado en este tiempo y en los que están por venir. Entonces la humanidad dirá: En verdad ésta es la Tercera Era, El Tercer tiempo, El cumplimiento del Tercer Testamento.

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