LLAMADO DEL CORAZON DE LA TIERRA
Desde KITU, en la mitad del mundo, en el hoy llamado Ecuador, en este Solsticio de Junio del 2010 (Fiesta del Sol, Inti Raymi), a inicios del décimo Pachakutik establecido por nuestros ancestros, convocamos a todos los hermanos y hermanas de las cuatro direcciones, a retomar y seguir tejiendo el tapiz sagrado que dejaron nuestros abuelos. Llamamos a reconstituir los antiguos círculos de sabiduría, para restablecer la armonía y el equilibrio entre todos los seres de la creación. De esta manera, seguimos con las guías y tareas sagradas que nos dejaran las antiguas generaciones, -que ahora están en nosotros -, de restituir lo intangible dentro lo tangible, lo invisible dentro de lo visible, para los ojos y oídos de quienes quieran acudir a este llamado.
Pedimos permiso y autorización de los ancestros de todas las culturas lunares y solares de toda la humanidad. Pidiendo su bendición y acompañamiento, iniciamos este nuevo recorrido en este período de transición de la humanidad hacia una conciencia más alta, con todos aquellos seres que sientan en su corazón el llamado de las tradiciones ancestrales, reconociéndose y asumiéndose como hijos de la Madre Tierra: Allpa Mama, del Padre Sol: Yaya Inti y de la madre luminosa Luna: Mama Killa, en conjunción con los principios creadores duales: Padre y Madre cósmicos: Pacha Kamak y Pacha Mama.
*****
Vivimos tiempos sagrados especiales. Estamos viviendo un período de transición, entre un nivel y otro nivel de la conciencia humana. Es un tiempo de un nuevo despertar de la conciencia planetaria, de rencuentro a otro nivel entre la “ciencia” y la “espiritualidad”, después de casi 3000 años de separación, con el surgimiento de las religiones monoteístas y unicistas inventadas en el mundo greco semita, y posteriormente del materialismo racionalista de la sociedad llamada “moderna” y de “occidente”.
Hasta antes de esta época dislocada y disociadora, todos los pueblos de la Madre Tierra eran culturas arraigadas a tradiciones duales solares y lunares, y paulatinamente se fueron transformando en civilizaciones, alejadas de la naturaleza y de sus ciclos vitales. Las sociedades ancestrales que se regían por la marcación astronómica terminaron paulatinamente marcándose por la “modernidad”, el “consumismo” y el “desarrollismo”, que ha tenido su cúspide máxima de barbarie capitalista en estos últimos años. La ciencia ancestral que guardaba armonía y equilibrio con el Todo, se transformó en una ciencia depredadora y elitista. La espiritualidad ancestral, mal llamada “animismo” y “paganismo”, que surgió consustancial a la existencia misma del ser humano, ha sido opacada por el aparecimiento de las religiones canónicas, eclesiásticas y jerárquicas. Hasta antes de ello, no existían profetas, libros sagrados, iglesias, “mandamientos”, ni nada que estableciera un sistema ortodoxo de relación con lo sagrado o divino. Cada pueblo vivía en íntima relación con los ciclos vitales del cosmos y de la madre tierra, siendo este el sistema que guiaba su Buen Vivir.
En el mundo judeo-cristiano, sería principalmente Moisés en declarar simbólicamente en el Monte Sinaí, la idea de un dios único, castigador, omnipresente, omnisciente y de su habitación en un cielo ideal, separado de los seres humanos y de toda la creación, después de que expulsara a Adán y Eva, los primeros seres humanos, de un tal “paraíso” intangible, mas hecho a su medida. Más tarde en el mundo griego, Platón declararía esquizofrénicamente la separación entre hombre y naturaleza, decretando tácitamente la “inferioridad de la naturaleza” y la superioridad del ser humano, entre todos los seres de la creación.
Estos dos dogmas, producto del extravío de culturas disociadas y depredadoras de la naturaleza se reencontrarían y se unificarían paulatinamente en el denominado cercano Oriente, para crear lo que se conoce hoy en día como la civilización occidental, más bien de raíz judeo-cristiana, totalmente opuesta y contradictoria a las sociedades ancestrales plenas de arquetipos solares y lunares; respetuosas de la dualidad, reciprocidad y complementariedad de los opuestos; de los principios de unidad y diversidad humana y natural y, de la búsqueda del “equilibrio en movimiento”. Principios que al ser alterados, ridiculizados y tergiversados, han servido de base a la constitución de peregrinas “ideas del hombre acerca del mundo”, es decir de vanas ideologías y no de cosmovisiones, las mismas que han legitimado las guerras de conquista y rapiña, empezando en el mismo “occidente” y luego en el mundo entero.
Luego serían los latinos, los encargados de imponer las religiones y sus ideologías arrogantes y antropocentristas a sangre y fuego por toda Europa, y a su vez serían los europeos, -en nuestro caso los castellanos, ya que a la época no existía España-, aquellos que la impondrían en América. Y, posteriormente en otras regiones los holandeses, franceses e ingleses en el África y el Asia, en estos sangrientos 500 años de colonización y neocolonización rapaz hacia los “pueblos salvajes” de los Trópicos. En Asia, también se fueron borrando las tradiciones ancestrales con los procesos de colonización, especialmente de la India y de la China, imponiendo desde el mundo semita el monoteísmo, el antropocentrismo y la competitividad, anulando así todas las corrientes espirituales primordiales, tal como existían anteriormente en las culturas agrícolas y por lo tanto “cultas” de toda la Madre Tierra.
Después de 3000 años de la experiencia de estas “civilizaciones” y de la “ciencia religiosa” basada en lo empírico, es decir del materialismo mecanicista y dogmático, la humanidad tiene el desafío de retomar el sendero de las antiguas “culturas de la ciencia espiritual” y seguir tejiendo el camino de los pueblos de sabiduría que llegaron a vivir en armonía y equilibrio con su entorno. Los abuelos de sabiduría de este tiempo, dicen que estamos viviendo un período crítico, en donde la humanidad tiene la oportunidad de saltar o no, a otro estado del espíritu o de la conciencia. Las guías ancestrales, siempre hablaban de que en este tiempo se produciría un despertar espiritual mundial para el cambio, concepción totalmente distinta a las visiones catastrofistas y apocalípticas que nos quieren vender en la televisión y en los supermercados; más bien, todas aquellas “profecías” y simbolismos cíclicos de los pueblos primordiales, se están cumpliendo ya en todos los rincones del planeta.
Sin embargo, en este despertar, todo al momento luce caótico y desalineado, como todo brusco despertar, hasta que todo paulatinamente tome un cauce normal y un ritmo “natural”. Pero existe el riesgo, de que por un lado el mundo materialista, que mantiene el poder económico, político y religioso, termine sobreponiéndose por un período más. Y por otro lado, que el movimiento espiritual moderno, que todavía está imbuido por el idealismo y el mesianismo romántico, infectado y afectado por “partidos”, sectas y nuevas religiones, terminé otra vez atrapado en el “delirium mistique”. El movimiento new age y otros tipos de espiritualidad light, que dicen recoger y seguir la espiritualidad ancestral, en el fondo son nuevos dogmas religiosos con relumbrantes matices de comercio y de marketing.
En este contexto, creemos que es importante establecer una clara diferencia entre la ciencia materialista newtoniana, cartesiana, mecánica y racionalista, con la ciencia ancestral y la misma ciencia quántica moderna, que la ha venido recién a confirmar y a validar. Y, así mismo, distinguir entre religión y espiritualidad primordiales. En ambos casos, debe haber un claro propósito de una distancia relajada y paulatina, para retomar el camino de sabiduría dibujado por los pueblos ancestrales, camino totalmente opuesto a la de los pueblos llamados “modernos” y “civilizados”.
En el primer caso, propugnamos una nueva ciencia guiada y estructurada por principios naturales ancestrales, es decir una tecnología que respete y este acorde con las leyes de la naturaleza. Si los pueblos ancestrales crearon una serie de “tecnologías”, en especial agrícolas, arquitectónicas y astronómicas, siempre procuraron “construirlas” en armonía y equilibrio con las leyes de la naturaleza y del cosmos. En el segundo caso, propugnamos una espiritualidad activa y caminante, alejada de toda forma sectaria, burocrática y dogmática, que siga a un personaje llamado líder espiritual o maestro ascendido o todavía por ascender, pues Jesús, Buda, Mahoma, Krishna, Mitra, Viracocha, Quetzalcoatl o Zoroastro, no constituyen más que alegorías y metáforas de una originaria y común tradición solar.
Así, creemos que se debe continuar las líneas solares y lunares establecidas y vividas en el mundo por más de 20.000 años de experiencia humana natural, por las distintas naciones, pueblos y culturas, en todos los rincones de la Madre Tierra. Propugnamos una ciencia y espiritualidad guiada por las leyes de complementariedad de los 4 elementos que constituyen en su conjunción armoniosa, todo cuanto hay de diversidad y de unidad en esta vida. Seguimos a los sabios andinos, que decían: preferimos seguir a la naturaleza porque los seres humanos siempre se equivocan…
En este sentido, vemos que se está generando una nueva humanidad, con caminantes de todos los colores y formas de expresión en el planeta. Para ello es importante, que cada ser humano que ha nacido en un lugar geográfico de la Madre Tierra, se reconozca y se asuma como hijo de esa tierra en particular, y no se siga sintiendo desarraigado porque sus ancestros sean africanos, europeos, asiáticos o indo americanos… O que los indígenas o nativos de una región, -que es lo que significa esie término-, se crean los únicos herederos de una tradición, pues la tradición solar y lunar corresponde a todos los hijos de la Madre Tierra, aunque con sus formas singulares locales y, ella no pertenece a ningún pueblo en especial, superior, delegado o “elegido” por dios para gobernar este planeta.
El idioma Quechua solo podía haber surgido en los Andes australes, el chino en la China, el Latín en el mediterráneo, el Tsafiqui-Kitchwa, en tierras ecuatoriales, etc. Si bien, todos somos seres humanos y somos hermanos, incluidos los animales y las plantas, cada región tiene su singularidad que en otra parte no se puede encontrar. Así, cada pueblo ancestral en la posición geográfica que le ha tocado vivir, ha establecido una arquitectura, una tecnología, una cultura particular en su forma; pero siempre en su esencia enmarcada dentro de las marcaciones cósmicas: solares, lunares y constelares.
En esta perspectiva, llamamos a todos aquellos hermanos y hermanas que se sintonizan con estos principios de vida, para crear Círculos de Caminantes del Arcoíris, y de comunidades activas en donde se encuentren; para que retomen las tradiciones milenarias de los pueblos primordiales de cada región del planeta, para reafirmarlas, consolidarlas y proyectarlas en estos tiempos de reordenamiento. No importa si su color es rojo, amarillo, verde o cualquiera del arco en cielo; lo importante es que se interrelacione con la particularidad de la posición geográfica en la que vive, y se sienta en comunión e integración con la conciencia cósmica.
No creemos en fronteras ni en nacionalismos a ultranza, pero tampoco caemos en el juego de la globalización y el uniformismo, para llegar a lucrar de un ser humano “común y corriente”, plano, desmemoriado y sin tradición ancestral. Creemos que para que haya universalidad debe haber singularidad, sino todo es una utopía, una ilusión; es un híbrido sin sentido y aquello, a la final se descompone y se pudre como toda mala mezcla y toda mala combinación, que es lo que está pasando con los movimientos espirituales, políticos, culturales de estos tiempos. Así, creemos que el punto de partida, la flecha inicial o vector, es reconocerse en una identidad cultural primordial, para luego asimilarse en otras identidades regionales, locales y cósmicas...
De esta manera, simplemente caminemos haciendo comunidad en lo cotidiano, para que desaparezcan toda forma de racismo, de etnocentrismo, de antropocentrismo, de desarraigo, de consumismo, de desarrollismo, de liberalismo, de capitalismo, de modernismo y post modernismo; todos inventos imaginarios de las modas globalizadoras y arrogantes, que han llevado a la debacle de la humanidad en estos últimos 2.000 años.
Sentimos que este regreso “bárbaro”, “primitivo” e “incivilizado” de lo ancestral, de lo primordial y de lo natural y, de “los naturales”, permitirá construir una sociedad y un mundo donde se restablezca la armonía y equilibrio como suprema forma de vida sabia y plena Sumak Kawsay/ Sumak Qamaña. En este sentido, llamamos a despertar en cada región al espíritu o energía de cada lugar: al KI TO de cada espacio/tiempo, representado siglos atrás por las naciones ancestrales, que les pretendieron aniquilar y con ello borrar su tradición más alta expresada en simbolismos duales: solares y/o lunares.
No hay nada que inventar ni esperar: ni sociedades ni mundos futuros utópicos o ideales; los pueblos ancestrales vivieron en las leyes de la armonía y del equilibrio dinámico de la naturaleza, y solo hay que seguir adentrándose cada vez más en ellas, no queremos volver al pasado, sino retornar al presente, caminando con la guía y experiencia del pasado, para vivir intensamente, aquí y ahora, con y en esta nueva humanidad...
Basta de grandes hombres, de líderes, de mártires, de filósofos, de teóricos, de políticos mesiánicos y salvadores, que de tiempo en tiempo crean un dogma y que después de fulgurar como centellas, se convierten después en una “moda” que es reemplazada por otra de más relumbrón. Las leyes de la naturaleza y del espíritu son inmutables e infinitas, están ahí girando ante nuestros ojos y oídos, anclándonos a la tierra y elevándonos al cielo. Para qué seguir dando más oportunidad a la esquizofrenia separativa del racionalismo, cuando la verdad cósmica es total y holística, está escondida en el aire que respiramos y sigue apareciendo en todas las épocas y sitios que ha habitado el ser humano.
La única verdad, en todos los tiempos y lugares, es que todos tenemos hambre, sueño, frío, alegría, miedo, amor… y, que solo las leyes de la naturaleza que se ejercen en armonía y en sincronía con la creación, son nuestras mejores guías. Todas las demás teorías, son inventos del ego humano, según las ansiedades, delirios y neurosis de cada inventor. Teorías, que mientras más alejadas de las leyes y categorías de la naturaleza y del cosmos se hallen, más alejadas de la realidad se encuentran, y por el contrario, están más cerca de la miseria humana, del sufrimiento, del dolor del planeta y de sus caminantes que somos nosotros. Y, viceversa: quién se acerca más a la naturaleza, y se da cuenta que lo sagrado y lo natural, ya están en su interior y no fuera de sí mismos, está cada vez más cerca de lo profundo, de lo bello, de lo sublime, de lo verdaderamente espiritual.
Así lo han dicho todos los pueblos y seres sabios en todos los espacios y en todas las épocas de la humanidad. No hay nada nuevo bajo el padre sol, solo los autoproclamados iluminados o civilizadores, andan difundiendo cada vez “nuevas verdades”, que son solamente nuevos engaños de novísima ilusión. La verdad cósmica es la verdad de la vida, y los pueblos solares y lunares ya lo vivieron hace siglos, y ella existe en los genes y en la memoria espiritual-natural de cada uno de nosotros, y solo tenemos que despertarla y activarla para vivirla en nuestros respectivos caminos.
Recordar lo que ya sabemos será la clave, porque llevamos en nosotros la inteligencia de la naturaleza, del cosmos, del amor, del gran espíritu, que son diferentes expresiones de lo mismo, en diferentes estados y presentaciones. Todo es como es, y no como quisieran ciertos “seres humanos” que fuera la vida para su beneficio. La vida está hecha así y solo hay que vivirla en las leyes y misterios de su existencia infinita.
Unidad en la Diversidad y la Similitud, como aquella que nos enseña en el cielo el colorido y juguetón Kuichi: el padre Arcoíris; esa es nuestra unicidad y multiplicidad: dual y recíproca, compleja y simple, nocturna y luminosa verdad.
CAMINANTES DEL ARCOIRIS
en KITWA, TIERRA DEL CENTRO
Atawallpa Oviedo – Paola Caballero
Correo electrónico: caminantesdelarcoiris@gmail.com
Telefono: 099110992 - 2347813 ECUADOR
Desde KITU, en la mitad del mundo, en el hoy llamado Ecuador, en este Solsticio de Junio del 2010 (Fiesta del Sol, Inti Raymi), a inicios del décimo Pachakutik establecido por nuestros ancestros, convocamos a todos los hermanos y hermanas de las cuatro direcciones, a retomar y seguir tejiendo el tapiz sagrado que dejaron nuestros abuelos. Llamamos a reconstituir los antiguos círculos de sabiduría, para restablecer la armonía y el equilibrio entre todos los seres de la creación. De esta manera, seguimos con las guías y tareas sagradas que nos dejaran las antiguas generaciones, -que ahora están en nosotros -, de restituir lo intangible dentro lo tangible, lo invisible dentro de lo visible, para los ojos y oídos de quienes quieran acudir a este llamado.
Pedimos permiso y autorización de los ancestros de todas las culturas lunares y solares de toda la humanidad. Pidiendo su bendición y acompañamiento, iniciamos este nuevo recorrido en este período de transición de la humanidad hacia una conciencia más alta, con todos aquellos seres que sientan en su corazón el llamado de las tradiciones ancestrales, reconociéndose y asumiéndose como hijos de la Madre Tierra: Allpa Mama, del Padre Sol: Yaya Inti y de la madre luminosa Luna: Mama Killa, en conjunción con los principios creadores duales: Padre y Madre cósmicos: Pacha Kamak y Pacha Mama.
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Vivimos tiempos sagrados especiales. Estamos viviendo un período de transición, entre un nivel y otro nivel de la conciencia humana. Es un tiempo de un nuevo despertar de la conciencia planetaria, de rencuentro a otro nivel entre la “ciencia” y la “espiritualidad”, después de casi 3000 años de separación, con el surgimiento de las religiones monoteístas y unicistas inventadas en el mundo greco semita, y posteriormente del materialismo racionalista de la sociedad llamada “moderna” y de “occidente”.
Hasta antes de esta época dislocada y disociadora, todos los pueblos de la Madre Tierra eran culturas arraigadas a tradiciones duales solares y lunares, y paulatinamente se fueron transformando en civilizaciones, alejadas de la naturaleza y de sus ciclos vitales. Las sociedades ancestrales que se regían por la marcación astronómica terminaron paulatinamente marcándose por la “modernidad”, el “consumismo” y el “desarrollismo”, que ha tenido su cúspide máxima de barbarie capitalista en estos últimos años. La ciencia ancestral que guardaba armonía y equilibrio con el Todo, se transformó en una ciencia depredadora y elitista. La espiritualidad ancestral, mal llamada “animismo” y “paganismo”, que surgió consustancial a la existencia misma del ser humano, ha sido opacada por el aparecimiento de las religiones canónicas, eclesiásticas y jerárquicas. Hasta antes de ello, no existían profetas, libros sagrados, iglesias, “mandamientos”, ni nada que estableciera un sistema ortodoxo de relación con lo sagrado o divino. Cada pueblo vivía en íntima relación con los ciclos vitales del cosmos y de la madre tierra, siendo este el sistema que guiaba su Buen Vivir.
En el mundo judeo-cristiano, sería principalmente Moisés en declarar simbólicamente en el Monte Sinaí, la idea de un dios único, castigador, omnipresente, omnisciente y de su habitación en un cielo ideal, separado de los seres humanos y de toda la creación, después de que expulsara a Adán y Eva, los primeros seres humanos, de un tal “paraíso” intangible, mas hecho a su medida. Más tarde en el mundo griego, Platón declararía esquizofrénicamente la separación entre hombre y naturaleza, decretando tácitamente la “inferioridad de la naturaleza” y la superioridad del ser humano, entre todos los seres de la creación.
Estos dos dogmas, producto del extravío de culturas disociadas y depredadoras de la naturaleza se reencontrarían y se unificarían paulatinamente en el denominado cercano Oriente, para crear lo que se conoce hoy en día como la civilización occidental, más bien de raíz judeo-cristiana, totalmente opuesta y contradictoria a las sociedades ancestrales plenas de arquetipos solares y lunares; respetuosas de la dualidad, reciprocidad y complementariedad de los opuestos; de los principios de unidad y diversidad humana y natural y, de la búsqueda del “equilibrio en movimiento”. Principios que al ser alterados, ridiculizados y tergiversados, han servido de base a la constitución de peregrinas “ideas del hombre acerca del mundo”, es decir de vanas ideologías y no de cosmovisiones, las mismas que han legitimado las guerras de conquista y rapiña, empezando en el mismo “occidente” y luego en el mundo entero.
Luego serían los latinos, los encargados de imponer las religiones y sus ideologías arrogantes y antropocentristas a sangre y fuego por toda Europa, y a su vez serían los europeos, -en nuestro caso los castellanos, ya que a la época no existía España-, aquellos que la impondrían en América. Y, posteriormente en otras regiones los holandeses, franceses e ingleses en el África y el Asia, en estos sangrientos 500 años de colonización y neocolonización rapaz hacia los “pueblos salvajes” de los Trópicos. En Asia, también se fueron borrando las tradiciones ancestrales con los procesos de colonización, especialmente de la India y de la China, imponiendo desde el mundo semita el monoteísmo, el antropocentrismo y la competitividad, anulando así todas las corrientes espirituales primordiales, tal como existían anteriormente en las culturas agrícolas y por lo tanto “cultas” de toda la Madre Tierra.
Después de 3000 años de la experiencia de estas “civilizaciones” y de la “ciencia religiosa” basada en lo empírico, es decir del materialismo mecanicista y dogmático, la humanidad tiene el desafío de retomar el sendero de las antiguas “culturas de la ciencia espiritual” y seguir tejiendo el camino de los pueblos de sabiduría que llegaron a vivir en armonía y equilibrio con su entorno. Los abuelos de sabiduría de este tiempo, dicen que estamos viviendo un período crítico, en donde la humanidad tiene la oportunidad de saltar o no, a otro estado del espíritu o de la conciencia. Las guías ancestrales, siempre hablaban de que en este tiempo se produciría un despertar espiritual mundial para el cambio, concepción totalmente distinta a las visiones catastrofistas y apocalípticas que nos quieren vender en la televisión y en los supermercados; más bien, todas aquellas “profecías” y simbolismos cíclicos de los pueblos primordiales, se están cumpliendo ya en todos los rincones del planeta.
Sin embargo, en este despertar, todo al momento luce caótico y desalineado, como todo brusco despertar, hasta que todo paulatinamente tome un cauce normal y un ritmo “natural”. Pero existe el riesgo, de que por un lado el mundo materialista, que mantiene el poder económico, político y religioso, termine sobreponiéndose por un período más. Y por otro lado, que el movimiento espiritual moderno, que todavía está imbuido por el idealismo y el mesianismo romántico, infectado y afectado por “partidos”, sectas y nuevas religiones, terminé otra vez atrapado en el “delirium mistique”. El movimiento new age y otros tipos de espiritualidad light, que dicen recoger y seguir la espiritualidad ancestral, en el fondo son nuevos dogmas religiosos con relumbrantes matices de comercio y de marketing.
En este contexto, creemos que es importante establecer una clara diferencia entre la ciencia materialista newtoniana, cartesiana, mecánica y racionalista, con la ciencia ancestral y la misma ciencia quántica moderna, que la ha venido recién a confirmar y a validar. Y, así mismo, distinguir entre religión y espiritualidad primordiales. En ambos casos, debe haber un claro propósito de una distancia relajada y paulatina, para retomar el camino de sabiduría dibujado por los pueblos ancestrales, camino totalmente opuesto a la de los pueblos llamados “modernos” y “civilizados”.
En el primer caso, propugnamos una nueva ciencia guiada y estructurada por principios naturales ancestrales, es decir una tecnología que respete y este acorde con las leyes de la naturaleza. Si los pueblos ancestrales crearon una serie de “tecnologías”, en especial agrícolas, arquitectónicas y astronómicas, siempre procuraron “construirlas” en armonía y equilibrio con las leyes de la naturaleza y del cosmos. En el segundo caso, propugnamos una espiritualidad activa y caminante, alejada de toda forma sectaria, burocrática y dogmática, que siga a un personaje llamado líder espiritual o maestro ascendido o todavía por ascender, pues Jesús, Buda, Mahoma, Krishna, Mitra, Viracocha, Quetzalcoatl o Zoroastro, no constituyen más que alegorías y metáforas de una originaria y común tradición solar.
Así, creemos que se debe continuar las líneas solares y lunares establecidas y vividas en el mundo por más de 20.000 años de experiencia humana natural, por las distintas naciones, pueblos y culturas, en todos los rincones de la Madre Tierra. Propugnamos una ciencia y espiritualidad guiada por las leyes de complementariedad de los 4 elementos que constituyen en su conjunción armoniosa, todo cuanto hay de diversidad y de unidad en esta vida. Seguimos a los sabios andinos, que decían: preferimos seguir a la naturaleza porque los seres humanos siempre se equivocan…
En este sentido, vemos que se está generando una nueva humanidad, con caminantes de todos los colores y formas de expresión en el planeta. Para ello es importante, que cada ser humano que ha nacido en un lugar geográfico de la Madre Tierra, se reconozca y se asuma como hijo de esa tierra en particular, y no se siga sintiendo desarraigado porque sus ancestros sean africanos, europeos, asiáticos o indo americanos… O que los indígenas o nativos de una región, -que es lo que significa esie término-, se crean los únicos herederos de una tradición, pues la tradición solar y lunar corresponde a todos los hijos de la Madre Tierra, aunque con sus formas singulares locales y, ella no pertenece a ningún pueblo en especial, superior, delegado o “elegido” por dios para gobernar este planeta.
El idioma Quechua solo podía haber surgido en los Andes australes, el chino en la China, el Latín en el mediterráneo, el Tsafiqui-Kitchwa, en tierras ecuatoriales, etc. Si bien, todos somos seres humanos y somos hermanos, incluidos los animales y las plantas, cada región tiene su singularidad que en otra parte no se puede encontrar. Así, cada pueblo ancestral en la posición geográfica que le ha tocado vivir, ha establecido una arquitectura, una tecnología, una cultura particular en su forma; pero siempre en su esencia enmarcada dentro de las marcaciones cósmicas: solares, lunares y constelares.
En esta perspectiva, llamamos a todos aquellos hermanos y hermanas que se sintonizan con estos principios de vida, para crear Círculos de Caminantes del Arcoíris, y de comunidades activas en donde se encuentren; para que retomen las tradiciones milenarias de los pueblos primordiales de cada región del planeta, para reafirmarlas, consolidarlas y proyectarlas en estos tiempos de reordenamiento. No importa si su color es rojo, amarillo, verde o cualquiera del arco en cielo; lo importante es que se interrelacione con la particularidad de la posición geográfica en la que vive, y se sienta en comunión e integración con la conciencia cósmica.
No creemos en fronteras ni en nacionalismos a ultranza, pero tampoco caemos en el juego de la globalización y el uniformismo, para llegar a lucrar de un ser humano “común y corriente”, plano, desmemoriado y sin tradición ancestral. Creemos que para que haya universalidad debe haber singularidad, sino todo es una utopía, una ilusión; es un híbrido sin sentido y aquello, a la final se descompone y se pudre como toda mala mezcla y toda mala combinación, que es lo que está pasando con los movimientos espirituales, políticos, culturales de estos tiempos. Así, creemos que el punto de partida, la flecha inicial o vector, es reconocerse en una identidad cultural primordial, para luego asimilarse en otras identidades regionales, locales y cósmicas...
De esta manera, simplemente caminemos haciendo comunidad en lo cotidiano, para que desaparezcan toda forma de racismo, de etnocentrismo, de antropocentrismo, de desarraigo, de consumismo, de desarrollismo, de liberalismo, de capitalismo, de modernismo y post modernismo; todos inventos imaginarios de las modas globalizadoras y arrogantes, que han llevado a la debacle de la humanidad en estos últimos 2.000 años.
Sentimos que este regreso “bárbaro”, “primitivo” e “incivilizado” de lo ancestral, de lo primordial y de lo natural y, de “los naturales”, permitirá construir una sociedad y un mundo donde se restablezca la armonía y equilibrio como suprema forma de vida sabia y plena Sumak Kawsay/ Sumak Qamaña. En este sentido, llamamos a despertar en cada región al espíritu o energía de cada lugar: al KI TO de cada espacio/tiempo, representado siglos atrás por las naciones ancestrales, que les pretendieron aniquilar y con ello borrar su tradición más alta expresada en simbolismos duales: solares y/o lunares.
No hay nada que inventar ni esperar: ni sociedades ni mundos futuros utópicos o ideales; los pueblos ancestrales vivieron en las leyes de la armonía y del equilibrio dinámico de la naturaleza, y solo hay que seguir adentrándose cada vez más en ellas, no queremos volver al pasado, sino retornar al presente, caminando con la guía y experiencia del pasado, para vivir intensamente, aquí y ahora, con y en esta nueva humanidad...
Basta de grandes hombres, de líderes, de mártires, de filósofos, de teóricos, de políticos mesiánicos y salvadores, que de tiempo en tiempo crean un dogma y que después de fulgurar como centellas, se convierten después en una “moda” que es reemplazada por otra de más relumbrón. Las leyes de la naturaleza y del espíritu son inmutables e infinitas, están ahí girando ante nuestros ojos y oídos, anclándonos a la tierra y elevándonos al cielo. Para qué seguir dando más oportunidad a la esquizofrenia separativa del racionalismo, cuando la verdad cósmica es total y holística, está escondida en el aire que respiramos y sigue apareciendo en todas las épocas y sitios que ha habitado el ser humano.
La única verdad, en todos los tiempos y lugares, es que todos tenemos hambre, sueño, frío, alegría, miedo, amor… y, que solo las leyes de la naturaleza que se ejercen en armonía y en sincronía con la creación, son nuestras mejores guías. Todas las demás teorías, son inventos del ego humano, según las ansiedades, delirios y neurosis de cada inventor. Teorías, que mientras más alejadas de las leyes y categorías de la naturaleza y del cosmos se hallen, más alejadas de la realidad se encuentran, y por el contrario, están más cerca de la miseria humana, del sufrimiento, del dolor del planeta y de sus caminantes que somos nosotros. Y, viceversa: quién se acerca más a la naturaleza, y se da cuenta que lo sagrado y lo natural, ya están en su interior y no fuera de sí mismos, está cada vez más cerca de lo profundo, de lo bello, de lo sublime, de lo verdaderamente espiritual.
Así lo han dicho todos los pueblos y seres sabios en todos los espacios y en todas las épocas de la humanidad. No hay nada nuevo bajo el padre sol, solo los autoproclamados iluminados o civilizadores, andan difundiendo cada vez “nuevas verdades”, que son solamente nuevos engaños de novísima ilusión. La verdad cósmica es la verdad de la vida, y los pueblos solares y lunares ya lo vivieron hace siglos, y ella existe en los genes y en la memoria espiritual-natural de cada uno de nosotros, y solo tenemos que despertarla y activarla para vivirla en nuestros respectivos caminos.
Recordar lo que ya sabemos será la clave, porque llevamos en nosotros la inteligencia de la naturaleza, del cosmos, del amor, del gran espíritu, que son diferentes expresiones de lo mismo, en diferentes estados y presentaciones. Todo es como es, y no como quisieran ciertos “seres humanos” que fuera la vida para su beneficio. La vida está hecha así y solo hay que vivirla en las leyes y misterios de su existencia infinita.
Unidad en la Diversidad y la Similitud, como aquella que nos enseña en el cielo el colorido y juguetón Kuichi: el padre Arcoíris; esa es nuestra unicidad y multiplicidad: dual y recíproca, compleja y simple, nocturna y luminosa verdad.
CAMINANTES DEL ARCOIRIS
en KITWA, TIERRA DEL CENTRO
Atawallpa Oviedo – Paola Caballero
Correo electrónico: caminantesdelarcoiris@gmail.com
Telefono: 099110992 - 2347813 ECUADOR
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