El llamado a los guardianes
De: Cheh-keh
Hoy la Tierra habla a través de mi boca.
A todos los que aman mi suelo. A todos los que aman mis nubes y montañas.
A todos los que añoran los campos libres de contaminantes, cuando el bisonte podía correr libre por las praderas porque eran suyas, cuando los peces saltaban del agua alegres de tener un agua limpia donde vivir.
A todos los que todavía recuerdan cuando las flores y los campos eran el mejor vestido de la naturaleza, cuando Dios cantaba en los trinos de los pájaros que hacían sus nidos en cualquier árbol porque todos eran suyos para eso.
A los que vivieron el deleite de dormir en medio del bosque sabiendo que convivían con la naturaleza pura sin mancha.
A todos ellos hoy los convoco.
Pero también llamo a los que todo esto lo han vivido sólo en libros y películas. A los hijos de la ciudad, del asfalto, de las grandes tiendas que ya no tuvieron oportunidad de conocer un bosque que no necesitaba ser protegido porque nadie lo dañaba.
A los que su vida la han pasado apilados en pequeños cuartos junto con sus padres que huyeron de un campo que ya no producía para vivir.
A los que leen esto con lágrimas en sus ojos sabiendo que ese tesoro de la Tierra les pertenecía y la inconciencia de los que vivieron antes lo acabó.
A todos ustedes también los llamo hoy a nuestra revolución silenciosa.
Hoy el hombre se cuida del propio hombre.
Depredador contra depredador.
¿Quién es la presa y quién el cazador?
El hombre destruyó su casa, contaminó su aire y su agua. Ahora tiene que comprar el agua que consume, tomarla de los ríos y limpiarla para tomarla, más tarde tal vez tenga que embotellar el aire para respirarlo.
Por esta razón, hoy los llamo para decir que es el tiempo de iniciar un nuevo camino.
Es el tiempo de unir esfuerzos.
El pasado con el futuro.
Los hijos del futuro, son hoy nuestra esperanza.
No es el hombre que vive con los paradigmas del pasado el que rescatará al planeta.
Serán el hombre y la mujer conscientes de su herencia quienes tomarán las riendas de su vida y reorientarán las fuerzas y los cursos de las acciones.
Hoy convoco a formar nuevas tradiciones.
Que el indio del pasado se una a los jóvenes del futuro.
Que los ancianos guardianes de las tradiciones, tomen sus bastones, sus pipas, sus cayados y sus cuencos para iniciar una nueva y decisiva jornada.
La última de las luchas.
La lucha por la libertad de la Tierra.
Pero sus voces encontrarán eco, no en los gobiernos actuales. No.
No es ahí donde la lucha se librará. Esa lucha está perdida, porque el corazón de los hombres del comercio no entiende de las aguas que danzan en los ríos, ni del águila que vigila desde el espacio.
Los políticos no entienden del hermano oso que resguarda las montañas, ni del castor que construye los diques donde se protegen los peces pequeños.
No, la lucha no será ahí.
La lucha es por los corazones de los jóvenes del mañana.
Ellos que son la última esperanza de una humanidad destinada a despertar.
Ellos que son los que inaugurarán las nuevas tradiciones.
Esas donde el águila vuele con el cóndor y aniden en la misma montaña.
Esas donde el lobo aún sea el rey de la tundra.
Esas donde los yak y las cabras del monte no necesiten esconderse.
A esos jóvenes son a los que hay que encontrar.
Los que vestirán las batas de laboratorios. Los que elevarán su voz en medio de las universidades y los foros mundiales de comercio.
Los que algún día tendrán que gritar en medio de los emporios comerciales que con la naturaleza no se comercia. Los que habrán de levantar sus voces para hablar en favor del futuro.
A ellos es a quienes los venerables ancianos del bastón, habrán de encontrar.
Esta es una nueva lucha.
Una lucha que no se ganará con gritos ni con odios del pasado. Se ganará con la luz de los corazones conscientes de que el mañana tan esperado por todas las razas ha llegado.
Ese día que siempre se anunció. Cuando el "Gran Espíritu hablaría con voz de trueno" ha llegado.
Pero el trueno no es en los cielos.
El trueno es en los corazones de los que escuchan esta verdad.
Es el momento de unirnos en torno a una revolución silenciosa.
Que cada pueblo tome un puñado de su tierra. Emprenda un peregrinaje sagrado en busca del águila que parada sobre un nopal devore a una serpiente y todos juntos, ahí, donde la señal los llame. Unan sus tierras. Como símbolo de unos pueblos que se unen.
Pero no lo hagan en silencio.
Llamen a los periódicos, llamen a los políticos, llamen a los noticieros, no le teman a los que vivenen la inconciencia. Es la hora de que los sabios hablen, es la hora de que los ancianos tomen la palabra y levanten la voz como lo hiciera el jefe Seattle cuando el presidente de los Estados Unidos quiso comprarle sus tierras.
¿Acaso alguien puede vender la tierra?
¿Acaso alguien puede vender la tierra de sus ancestros? ¿Esa tierra donde están descansando los cuerpos de los que tanto la defendieron?
No hermanos. No es el momento de callar. Es el momento de hablar.
Pero cuando estén las cámaras y los micrófonos encendidos, cuando las señoritas de cara pintada les hagan preguntas tontas y tengan que hablar… miren a las cámaras y háblenles a los niños. No escuchen a los dueños de las televisoras, ellos no entienden las causas de la Tierra, háblenle a los niños, a los jóvenes, a los que ven todavía la Tierra como su casa. A ellos háblenles de la belleza de las selvas, de los bosques, del espíritu de la montaña que vuela cada mañana para saludar al nuevo sol. Háblenle de la sabiduría de la serpiente, de los consejos del búho. De los árboles que resguardan al planeta.
Y cuando hallan dicho todo lo que tenían que decir. Hagan silencio.
No contesten con el odio, no caigan en el juego de los entrevistadores. Ellos buscan la noticia y para ellos serán tan sólo un evento más que estarán reportando.
La revolución ha empezado y el mensaje debe llegar limpio y puro a los nuevos corazones.
Para esto es este manuscrito.
Para esto es que los he llamado.
Yo soy Melquizedek el guardián de todas las tradiciones.
7. EL ESPÍRITU DE LA MONTAÑA
Déjenme contarles una historia:
Una historia del futuro.
Esto es algo que ya ocurrió. Pero aún no ha pasado.
Por eso la llamo una historia del futuro.
Hubo un joven que entendió a la montaña.
Un joven que descubrió al espíritu de la montaña dentro de una cueva.
Y el espíritu le habló.
Le habló de la importancia de cuidar cada piedra del camino.
Le habló de la importancia de cuidar el curso de los ríos.
Le habló de los árboles que cuidan la Tierra, esos, que tienen más de mil años de existir.
Le reveló, el secreto de los secretos.
Le dijo que la Madre Tierra lo estaba preparando y por eso le hablaba.
Le dijo que la Madre Tierra lo necesitaba porque había que decir algo para que la humanidad despertara de un sueño.
Pero que esas palabras, debía guardarlas en el pecho. Muy adentro.
Para que no salieran antes de tiempo.
El gran espíritu le había dicho que llegado el momento tendría que
hablar.
Pero el muchacho era sólo un muchacho.
¿Qué podía él hacer para despertar a alguien?
El espíritu calló. Ya había dicho todo.
Y el muchacho calló también.
Por muchos años. Tantos, que olvidó que esto había ocurrido.
Hasta hoy… que lee estas palabras.
Y su mente se retorna hasta aquella cueva, cuando el gran espíritu le habló.
Hoy no es un muchacho. Es un anciano.
Tiene un bastón, o tal vez tenga una pipa, o un caracol.
Ese muchacho no es sólo uno.
Son muchos. Porque hubo muchos espíritus que hablaron a muchos muchachos.
Y ellos están escuchando ahora… no a estas palabras. Están escuchando a sus corazones.
Dejen que sus lágrimas broten. Tomen su cayado, tomen su palo de lluvia, tomen sus tambores o sus cascabeles.
Hoy ya es la hora.
La Tierra los llama a su destino.
El mensaje debe ser escuchado.
Porque lo que ustedes tienen que decir. Lo escucharán otros muchachos.
Los ancianos del mañana. Los guardianes del futuro.
Las tradiciones del campo, del valle, de la montaña, ya cumplieron.
Ahora el futuro se escribe en los laboratorios, en las factorías, en las oficinas de los rascacielos.
Ahora debemos entregar la palabra del corazón a los nuevos guardianes.
Déjenme hablarles ahora de la segunda parte de la historia... la parte del futuro.
Habrá un muchacho, o muchacha, tal vez sean muchos, toda una generación.
Que escuchará el sonido del grillo… y no lo matará. Lo escuchará, y le parecerá interesante.
Y entre las notas de su canto entenderá algo que no había entendido en su escuela.
Oirá la voz de la Tierra.
La Tierra pidiéndole ayuda.
Le hablará de que es el tiempo de parar al mundo.
De que no basta detener la contaminación… hay que limpiar lo que está sucio. Hay que regresar lo que se le ha quitado a la Tierra.
Hay que volver a construir los bosques donde estaban.
Le hablará de que ha sido tonto intentar jugar a ser Dios y a sustituir a la naturaleza. Las montañas no pueden ser movidas sin pagar un precio, los ríos no pueden ser detenidos sin pagar un precio, los árboles no pueden ser cortados sin pagar un precio, el petróleo no puede ser extraído sin pagar un precio. Y la Tierra debe cobrar el precio, todo junto.
O se paga antes de que la Tierra cobre, o el hombre sufrirá las consecuencias de su inconciencia.
Y los muchachos entenderán.
Los laboratorios dejarán de construir armas.
No se puede estar construyendo armas, para después tener que usarlas porque ya están hechas y hay que pagarlas.
No se puede estar inventando enemigos para librar batallas que sólo sirven para beneficiar a unos cuantos.
No se puede engañar a un pueblo que escucha a la Tierra.
Los gobiernos son como insectos que destruyen todo, si se les deja.
Ellos no piensan sino en comida y más comida.
No guardan para el mañana, todo lo quieren ahora.
Por eso se requiere hablar con los hombres importantes del mañana.
Por eso el grillo habla sólo a los jóvenes.
A esos que conocen el campo únicamente en las películas. En las fotos de las revistas, pero que nunca han paseado a la vereda del río. Que nunca han visto a las hormigas trabajar en las mañanas para llevar a sus nidos el alimento que requieren.
Nunca han visto un águila volar por sus dominios. Sólo la han visto en la televisión.
Ellos son los que traerán el mañana al presente.
Muy pronto observarán el futuro que les espera y no lo van a desear.
Un futuro donde todos los campos deban ser protegidos de ellos
mismos.
Un futuro donde el campo se llama parque y hay senderos de donde no puedes salirte porque está prohibido, para proteger a los animales.
Un futuro donde lo normal es consumir agua en botellas de plástico.
Plástico que no se destruye, que contamina nuevamente.
Un futuro donde las casas se construyen en el piso quinto o sexto.
Donde nadie tiene un patio, donde pueda sembrar un árbol.
Ese es el futuro que el hombre construye ahora.
Y los jóvenes no lo quieren.
Por eso escuchan al grillo.
Por eso escuchan a la Tierra.
Por eso los escucharán a ustedes.
Y por eso hoy les digo que es el momento de hablar.
Hoy es el momento.
Que suenen los caracoles americanos, los tambores africanos, los palos de lluvia del sur y las flautas del norte.
Que dancen los cascabeles y suenen las castañuelas.
Que los pueblos del pasado enseñen a los jóvenes del futuro. Les hablen de lo que por tantos años han estado guardando con tanto celo.
De la sabiduría del bosque.
Que repitan lo que el espíritu de la montaña les dijo aquella tarde hace muchas lunas.
Yo, Melquizedek; les pido que hablen, para que el futuro los escuche.
8. LLAMADO A LOS JÓVENES
Ahora voy a hablar a los jóvenes. A esos que por fuera son jóvenes pero por dentro son tan viejos como los árboles guardianes.
Han recibido una Tierra que muere. Una Tierra enferma.
Cada uno de ustedes representa lo mejor de la humanidad.
Cada uno de ustedes viene con una misión: Detener la destrucción del futuro.
La humanidad antes de ustedes ha venido destruyendo al futuro.
Cada generación hereda a la siguiente menos campo y más ciudades.
Cada vez se reciben menos bosques y más asfalto.
El hombre ya no es un hijo de la tierra de las flores y del río que
canta, es más un hijo del acero y del asfalto.
Ya los jóvenes no encuentran diversión en el eco de la montaña ni en las piedras de río que rebotaban 5 veces en la superficie del agua cuando eran lanzadas al ras del suelo.
Ya no hay interés en dormir en medio del campo, ver alguna estrella fugaz y observar a las estrellas girar en el cielo.
Pero la Tierra se está muriendo. Y ustedes son su última esperanza.
Por eso ustedes tienen una misión especial.
Una misión que sólo ustedes conocen. Cada uno es parte de la solución. Cada uno recibió indicaciones precisas sobre lo que había que hacer.
Pero ustedes no lo saben. Sólo intuyen que son parte de la solución.
Y eso está bien.
Porque así se protegen… y protegen al plan de rescate.
La primera parte de lo que se debe hacer es conectarse con el alma de la raza.
Porque dentro de toda raza existe el amor a la naturaleza. El amor a la madre que le dio la vida.
Ese amor lo llevan ustedes dentro. Primero hay que descubrirlo.
Luego hay que manifestarlo, todos los días, todas las mañanas, cada vez que vean una flor, un árbol a un animal recordando que todos son hijos de la misma madre de la que ustedes salieron. De la naturaleza, de la Tierra.
Cuando hagan de esto un ritual, cuando se haga costumbre en ustedes agradecer a la madre naturaleza por todo lo que les da… empezará a hablarles en su idioma.
Y ciertas ideas empezarán a surgir dentro de su cabeza.
Ideas de cómo se puede ayudar de una manera efectiva.
Ideas de cómo sus voces pueden ser escuchadas y atendidas.
Ideas de cómo pueden los laboratorios empezar a trabajar por la Tierra en lugar de destruirla.
De cómo los premios Nóbel u otros que inventen, pueden redirigir a la ciencia hacia una nueva conciencia, hacia una nueva ética científica.
Y de esas ideas irá surgiendo el plan.
El plan que fue insertado dentro de sus corazones.
Y del que cada uno recibió sólo una parte.
Pero que será una realidad inobjetable cuando reúnan las piezas de todos aquellos que escucharon al grillo, regaron al árbol y sonrieron al sol y a las nubes cuando las vieron por las mañanas.
Y entonces, un nuevo movimiento despertará la conciencia de los partidos políticos enriquecidos por jóvenes conscientes, que luego serán gobiernos, que actuarán responsablemente… atendiendo a las masas, que exigieron un nuevo rumbo.
El uranio y el átomo deberán ser dejados en paz.
La energía del núcleo no es la que la naturaleza necesita. Esa contamina más que todas las otras juntas, sus efectos son de muy largo plazo. Las armas nucleares son un ejemplo de estupidez. Cada país creando su propio veneno, el veneno con el que envenenarán a sus propios hijos.
En un planeta donde la naturaleza une a todos los pueblos en una sola aldea, esperar que se puede matar a un enemigo con veneno y no ser alcanzado por el mismo veneno es tan infantil como estúpido.
Por esa razón hay que redirigir el rumbo.
Por eso este llamado es para los jóvenes.
Entiendan que las ciudades son un mundo creado por el hombre. Sin el campo, la ciudad muere. No habría alimentos, no habría energía, no habría forma de vivir sin la naturaleza.
Pero la naturaleza no se protege, encerrándola dentro de una cerca y poniéndole por nombre "Parque protegido", eso es encarcelar lo que es por definición libre. Mejor sería ponerle una cerca a las ciudades y revisar a cada persona que desee salir al campo que no lleve armas ni contaminación.
Hubo un tiempo en que el hombre vivía en el campo. En medio del campo. Y sus pies pisaban la tierra, recibía las vibraciones de la Tierra por las plantas de sus pies. Y eso le permitía entender al planeta.
Ahora los pies van encerrados en zapatos, y debajo de los zapatos hay asfalto y abajo del asfalto, tuberías y residuos de otras construcciones. Hasta los propios insectos, se han vuelto citadinos.
Las moscas de la ciudad no podrían vivir en el campo, allá serían rápidamente alimento de otros animales.
Hay un planeta que espera que este mensaje sea escuchado.
Los jóvenes de hoy y del mañana son la respuesta a las necesidades de la madre Tierra.
Algunos de ellos han sido dotados con la solución. Son el ejército de salvación. Traen internamente una porción de esa solución.
Han sido enviados para despertar.
Por eso necesitan escuchar a los padres de las tradiciones.
Por eso deben atender al llamado de los caracoles.
Por eso cuando escuchen al tambor resonar con un ritmo melancólico deben acercarse. Hay un mensaje para ustedes.
Los ancianos hablan… hay que escucharlos.
Ellos les hablarán en otro lenguaje que tal vez no entiendan con su mente.
Pero lo entenderán con el espíritu.
Porque será la madre Tierra hablando por su música.
Será la madre naturaleza que los estará llamando para que despierten al recuerdo de eso que el grillo les anunció, de lo que fue insertado en el mismo DNA de sus células.
No hay mañana si el presente no actúa ahora.
Por eso las acciones se realizan ahora.
Un pensamiento, una reflexión, una meditación ahora, formará un plan mañana.
Una carta, una canción, una pintura ahora, formará todo un movimiento mañana.
Un grupo, una conferencia, un congreso ahora, serán las ideas que asegurarán la solución mañana.
Las acciones son ahora… para poder tener un mañana.
Epílogo
Una Revolución Silenciosa empieza con un corazón encendido.
Una revolución silenciosa empieza con una mente que pregunta y un alma que responde.
Una revolución silenciosa empieza cuando la misma respuesta aparece en varios corazones, al mismo tiempo.
Y en esa respuesta hay un llamado a la acción.
Y en esa acción hay una semilla de cordura.
Que germinará en un mañana más prometedor.
Más consciente de la responsabilidad de vivir para todos.
La humanidad no la forman sólo los hombres vivos.
También los niños del mañana son parte de la humanidad. Los que no han nacido. Los que no tendrán oportunidad de nacer también deben ser tomados en cuenta.
Y esta revolución silenciosa vela también por el planeta.
Con sus animales y con sus plantas… a los que hay que cuidar.
Como se cuidan a los hijos… sabiendo que son ellos los que escribirán el futuro.
Como se cuida al río y a la montaña para que ellos nos cuiden a nosotros.
Nuestra revolución habrá de formar una nueva ciencia.
Una ciencia que atienda las preguntas importantes.
Que no responda a los intereses de la guerra.
Porque la mayor libertad del hombre reside en su poder de decidir en qué ocupa su mente.
Y los científicos del mañana, serán conscientes que el poder del dinero ha sometido a las mentes de los científicos del pasado.
Los ha obligado a trabajar para la guerra.
Es una industria que no produce… que destruye. Que se enriquece de las muertes de hermanos.
Por eso los nuevos científicos formarán las nuevas tradiciones.
Y se preguntarán las mismas preguntas que los viejos sabios de la antigüedad.
Ellos al igual que los chamanes y los brujos buscarán explicar a Dios.
Tal vez con ecuaciones o con aparatos ¿qué importa? Si al final la respuesta siempre será recibida en los corazones.
Los bastones de mando, serán substituidos por títulos de universidades ¿qué importa? Si al final el poder lo concede la Tierra cuando alguien la entiende y le habla en su idioma, cuando se
respeta a la montaña y se le habla a las plantas antes de cortarlas.
Esta es la voz de la humanidad, hablando por mi.
Hablo del pasado porque lo he vivido y hablo del futuro porque lo he visto.
Unamos al pasado con el futuro y hagámoslo ahora en el presente.
La Tierra lo pide.
Yo Soy Melquizedek
De: Cheh-keh
Hoy la Tierra habla a través de mi boca.
A todos los que aman mi suelo. A todos los que aman mis nubes y montañas.
A todos los que añoran los campos libres de contaminantes, cuando el bisonte podía correr libre por las praderas porque eran suyas, cuando los peces saltaban del agua alegres de tener un agua limpia donde vivir.
A todos los que todavía recuerdan cuando las flores y los campos eran el mejor vestido de la naturaleza, cuando Dios cantaba en los trinos de los pájaros que hacían sus nidos en cualquier árbol porque todos eran suyos para eso.
A los que vivieron el deleite de dormir en medio del bosque sabiendo que convivían con la naturaleza pura sin mancha.
A todos ellos hoy los convoco.
Pero también llamo a los que todo esto lo han vivido sólo en libros y películas. A los hijos de la ciudad, del asfalto, de las grandes tiendas que ya no tuvieron oportunidad de conocer un bosque que no necesitaba ser protegido porque nadie lo dañaba.
A los que su vida la han pasado apilados en pequeños cuartos junto con sus padres que huyeron de un campo que ya no producía para vivir.
A los que leen esto con lágrimas en sus ojos sabiendo que ese tesoro de la Tierra les pertenecía y la inconciencia de los que vivieron antes lo acabó.
A todos ustedes también los llamo hoy a nuestra revolución silenciosa.
Hoy el hombre se cuida del propio hombre.
Depredador contra depredador.
¿Quién es la presa y quién el cazador?
El hombre destruyó su casa, contaminó su aire y su agua. Ahora tiene que comprar el agua que consume, tomarla de los ríos y limpiarla para tomarla, más tarde tal vez tenga que embotellar el aire para respirarlo.
Por esta razón, hoy los llamo para decir que es el tiempo de iniciar un nuevo camino.
Es el tiempo de unir esfuerzos.
El pasado con el futuro.
Los hijos del futuro, son hoy nuestra esperanza.
No es el hombre que vive con los paradigmas del pasado el que rescatará al planeta.
Serán el hombre y la mujer conscientes de su herencia quienes tomarán las riendas de su vida y reorientarán las fuerzas y los cursos de las acciones.
Hoy convoco a formar nuevas tradiciones.
Que el indio del pasado se una a los jóvenes del futuro.
Que los ancianos guardianes de las tradiciones, tomen sus bastones, sus pipas, sus cayados y sus cuencos para iniciar una nueva y decisiva jornada.
La última de las luchas.
La lucha por la libertad de la Tierra.
Pero sus voces encontrarán eco, no en los gobiernos actuales. No.
No es ahí donde la lucha se librará. Esa lucha está perdida, porque el corazón de los hombres del comercio no entiende de las aguas que danzan en los ríos, ni del águila que vigila desde el espacio.
Los políticos no entienden del hermano oso que resguarda las montañas, ni del castor que construye los diques donde se protegen los peces pequeños.
No, la lucha no será ahí.
La lucha es por los corazones de los jóvenes del mañana.
Ellos que son la última esperanza de una humanidad destinada a despertar.
Ellos que son los que inaugurarán las nuevas tradiciones.
Esas donde el águila vuele con el cóndor y aniden en la misma montaña.
Esas donde el lobo aún sea el rey de la tundra.
Esas donde los yak y las cabras del monte no necesiten esconderse.
A esos jóvenes son a los que hay que encontrar.
Los que vestirán las batas de laboratorios. Los que elevarán su voz en medio de las universidades y los foros mundiales de comercio.
Los que algún día tendrán que gritar en medio de los emporios comerciales que con la naturaleza no se comercia. Los que habrán de levantar sus voces para hablar en favor del futuro.
A ellos es a quienes los venerables ancianos del bastón, habrán de encontrar.
Esta es una nueva lucha.
Una lucha que no se ganará con gritos ni con odios del pasado. Se ganará con la luz de los corazones conscientes de que el mañana tan esperado por todas las razas ha llegado.
Ese día que siempre se anunció. Cuando el "Gran Espíritu hablaría con voz de trueno" ha llegado.
Pero el trueno no es en los cielos.
El trueno es en los corazones de los que escuchan esta verdad.
Es el momento de unirnos en torno a una revolución silenciosa.
Que cada pueblo tome un puñado de su tierra. Emprenda un peregrinaje sagrado en busca del águila que parada sobre un nopal devore a una serpiente y todos juntos, ahí, donde la señal los llame. Unan sus tierras. Como símbolo de unos pueblos que se unen.
Pero no lo hagan en silencio.
Llamen a los periódicos, llamen a los políticos, llamen a los noticieros, no le teman a los que vivenen la inconciencia. Es la hora de que los sabios hablen, es la hora de que los ancianos tomen la palabra y levanten la voz como lo hiciera el jefe Seattle cuando el presidente de los Estados Unidos quiso comprarle sus tierras.
¿Acaso alguien puede vender la tierra?
¿Acaso alguien puede vender la tierra de sus ancestros? ¿Esa tierra donde están descansando los cuerpos de los que tanto la defendieron?
No hermanos. No es el momento de callar. Es el momento de hablar.
Pero cuando estén las cámaras y los micrófonos encendidos, cuando las señoritas de cara pintada les hagan preguntas tontas y tengan que hablar… miren a las cámaras y háblenles a los niños. No escuchen a los dueños de las televisoras, ellos no entienden las causas de la Tierra, háblenle a los niños, a los jóvenes, a los que ven todavía la Tierra como su casa. A ellos háblenles de la belleza de las selvas, de los bosques, del espíritu de la montaña que vuela cada mañana para saludar al nuevo sol. Háblenle de la sabiduría de la serpiente, de los consejos del búho. De los árboles que resguardan al planeta.
Y cuando hallan dicho todo lo que tenían que decir. Hagan silencio.
No contesten con el odio, no caigan en el juego de los entrevistadores. Ellos buscan la noticia y para ellos serán tan sólo un evento más que estarán reportando.
La revolución ha empezado y el mensaje debe llegar limpio y puro a los nuevos corazones.
Para esto es este manuscrito.
Para esto es que los he llamado.
Yo soy Melquizedek el guardián de todas las tradiciones.
7. EL ESPÍRITU DE LA MONTAÑA
Déjenme contarles una historia:
Una historia del futuro.
Esto es algo que ya ocurrió. Pero aún no ha pasado.
Por eso la llamo una historia del futuro.
Hubo un joven que entendió a la montaña.
Un joven que descubrió al espíritu de la montaña dentro de una cueva.
Y el espíritu le habló.
Le habló de la importancia de cuidar cada piedra del camino.
Le habló de la importancia de cuidar el curso de los ríos.
Le habló de los árboles que cuidan la Tierra, esos, que tienen más de mil años de existir.
Le reveló, el secreto de los secretos.
Le dijo que la Madre Tierra lo estaba preparando y por eso le hablaba.
Le dijo que la Madre Tierra lo necesitaba porque había que decir algo para que la humanidad despertara de un sueño.
Pero que esas palabras, debía guardarlas en el pecho. Muy adentro.
Para que no salieran antes de tiempo.
El gran espíritu le había dicho que llegado el momento tendría que
hablar.
Pero el muchacho era sólo un muchacho.
¿Qué podía él hacer para despertar a alguien?
El espíritu calló. Ya había dicho todo.
Y el muchacho calló también.
Por muchos años. Tantos, que olvidó que esto había ocurrido.
Hasta hoy… que lee estas palabras.
Y su mente se retorna hasta aquella cueva, cuando el gran espíritu le habló.
Hoy no es un muchacho. Es un anciano.
Tiene un bastón, o tal vez tenga una pipa, o un caracol.
Ese muchacho no es sólo uno.
Son muchos. Porque hubo muchos espíritus que hablaron a muchos muchachos.
Y ellos están escuchando ahora… no a estas palabras. Están escuchando a sus corazones.
Dejen que sus lágrimas broten. Tomen su cayado, tomen su palo de lluvia, tomen sus tambores o sus cascabeles.
Hoy ya es la hora.
La Tierra los llama a su destino.
El mensaje debe ser escuchado.
Porque lo que ustedes tienen que decir. Lo escucharán otros muchachos.
Los ancianos del mañana. Los guardianes del futuro.
Las tradiciones del campo, del valle, de la montaña, ya cumplieron.
Ahora el futuro se escribe en los laboratorios, en las factorías, en las oficinas de los rascacielos.
Ahora debemos entregar la palabra del corazón a los nuevos guardianes.
Déjenme hablarles ahora de la segunda parte de la historia... la parte del futuro.
Habrá un muchacho, o muchacha, tal vez sean muchos, toda una generación.
Que escuchará el sonido del grillo… y no lo matará. Lo escuchará, y le parecerá interesante.
Y entre las notas de su canto entenderá algo que no había entendido en su escuela.
Oirá la voz de la Tierra.
La Tierra pidiéndole ayuda.
Le hablará de que es el tiempo de parar al mundo.
De que no basta detener la contaminación… hay que limpiar lo que está sucio. Hay que regresar lo que se le ha quitado a la Tierra.
Hay que volver a construir los bosques donde estaban.
Le hablará de que ha sido tonto intentar jugar a ser Dios y a sustituir a la naturaleza. Las montañas no pueden ser movidas sin pagar un precio, los ríos no pueden ser detenidos sin pagar un precio, los árboles no pueden ser cortados sin pagar un precio, el petróleo no puede ser extraído sin pagar un precio. Y la Tierra debe cobrar el precio, todo junto.
O se paga antes de que la Tierra cobre, o el hombre sufrirá las consecuencias de su inconciencia.
Y los muchachos entenderán.
Los laboratorios dejarán de construir armas.
No se puede estar construyendo armas, para después tener que usarlas porque ya están hechas y hay que pagarlas.
No se puede estar inventando enemigos para librar batallas que sólo sirven para beneficiar a unos cuantos.
No se puede engañar a un pueblo que escucha a la Tierra.
Los gobiernos son como insectos que destruyen todo, si se les deja.
Ellos no piensan sino en comida y más comida.
No guardan para el mañana, todo lo quieren ahora.
Por eso se requiere hablar con los hombres importantes del mañana.
Por eso el grillo habla sólo a los jóvenes.
A esos que conocen el campo únicamente en las películas. En las fotos de las revistas, pero que nunca han paseado a la vereda del río. Que nunca han visto a las hormigas trabajar en las mañanas para llevar a sus nidos el alimento que requieren.
Nunca han visto un águila volar por sus dominios. Sólo la han visto en la televisión.
Ellos son los que traerán el mañana al presente.
Muy pronto observarán el futuro que les espera y no lo van a desear.
Un futuro donde todos los campos deban ser protegidos de ellos
mismos.
Un futuro donde el campo se llama parque y hay senderos de donde no puedes salirte porque está prohibido, para proteger a los animales.
Un futuro donde lo normal es consumir agua en botellas de plástico.
Plástico que no se destruye, que contamina nuevamente.
Un futuro donde las casas se construyen en el piso quinto o sexto.
Donde nadie tiene un patio, donde pueda sembrar un árbol.
Ese es el futuro que el hombre construye ahora.
Y los jóvenes no lo quieren.
Por eso escuchan al grillo.
Por eso escuchan a la Tierra.
Por eso los escucharán a ustedes.
Y por eso hoy les digo que es el momento de hablar.
Hoy es el momento.
Que suenen los caracoles americanos, los tambores africanos, los palos de lluvia del sur y las flautas del norte.
Que dancen los cascabeles y suenen las castañuelas.
Que los pueblos del pasado enseñen a los jóvenes del futuro. Les hablen de lo que por tantos años han estado guardando con tanto celo.
De la sabiduría del bosque.
Que repitan lo que el espíritu de la montaña les dijo aquella tarde hace muchas lunas.
Yo, Melquizedek; les pido que hablen, para que el futuro los escuche.
8. LLAMADO A LOS JÓVENES
Ahora voy a hablar a los jóvenes. A esos que por fuera son jóvenes pero por dentro son tan viejos como los árboles guardianes.
Han recibido una Tierra que muere. Una Tierra enferma.
Cada uno de ustedes representa lo mejor de la humanidad.
Cada uno de ustedes viene con una misión: Detener la destrucción del futuro.
La humanidad antes de ustedes ha venido destruyendo al futuro.
Cada generación hereda a la siguiente menos campo y más ciudades.
Cada vez se reciben menos bosques y más asfalto.
El hombre ya no es un hijo de la tierra de las flores y del río que
canta, es más un hijo del acero y del asfalto.
Ya los jóvenes no encuentran diversión en el eco de la montaña ni en las piedras de río que rebotaban 5 veces en la superficie del agua cuando eran lanzadas al ras del suelo.
Ya no hay interés en dormir en medio del campo, ver alguna estrella fugaz y observar a las estrellas girar en el cielo.
Pero la Tierra se está muriendo. Y ustedes son su última esperanza.
Por eso ustedes tienen una misión especial.
Una misión que sólo ustedes conocen. Cada uno es parte de la solución. Cada uno recibió indicaciones precisas sobre lo que había que hacer.
Pero ustedes no lo saben. Sólo intuyen que son parte de la solución.
Y eso está bien.
Porque así se protegen… y protegen al plan de rescate.
La primera parte de lo que se debe hacer es conectarse con el alma de la raza.
Porque dentro de toda raza existe el amor a la naturaleza. El amor a la madre que le dio la vida.
Ese amor lo llevan ustedes dentro. Primero hay que descubrirlo.
Luego hay que manifestarlo, todos los días, todas las mañanas, cada vez que vean una flor, un árbol a un animal recordando que todos son hijos de la misma madre de la que ustedes salieron. De la naturaleza, de la Tierra.
Cuando hagan de esto un ritual, cuando se haga costumbre en ustedes agradecer a la madre naturaleza por todo lo que les da… empezará a hablarles en su idioma.
Y ciertas ideas empezarán a surgir dentro de su cabeza.
Ideas de cómo se puede ayudar de una manera efectiva.
Ideas de cómo sus voces pueden ser escuchadas y atendidas.
Ideas de cómo pueden los laboratorios empezar a trabajar por la Tierra en lugar de destruirla.
De cómo los premios Nóbel u otros que inventen, pueden redirigir a la ciencia hacia una nueva conciencia, hacia una nueva ética científica.
Y de esas ideas irá surgiendo el plan.
El plan que fue insertado dentro de sus corazones.
Y del que cada uno recibió sólo una parte.
Pero que será una realidad inobjetable cuando reúnan las piezas de todos aquellos que escucharon al grillo, regaron al árbol y sonrieron al sol y a las nubes cuando las vieron por las mañanas.
Y entonces, un nuevo movimiento despertará la conciencia de los partidos políticos enriquecidos por jóvenes conscientes, que luego serán gobiernos, que actuarán responsablemente… atendiendo a las masas, que exigieron un nuevo rumbo.
El uranio y el átomo deberán ser dejados en paz.
La energía del núcleo no es la que la naturaleza necesita. Esa contamina más que todas las otras juntas, sus efectos son de muy largo plazo. Las armas nucleares son un ejemplo de estupidez. Cada país creando su propio veneno, el veneno con el que envenenarán a sus propios hijos.
En un planeta donde la naturaleza une a todos los pueblos en una sola aldea, esperar que se puede matar a un enemigo con veneno y no ser alcanzado por el mismo veneno es tan infantil como estúpido.
Por esa razón hay que redirigir el rumbo.
Por eso este llamado es para los jóvenes.
Entiendan que las ciudades son un mundo creado por el hombre. Sin el campo, la ciudad muere. No habría alimentos, no habría energía, no habría forma de vivir sin la naturaleza.
Pero la naturaleza no se protege, encerrándola dentro de una cerca y poniéndole por nombre "Parque protegido", eso es encarcelar lo que es por definición libre. Mejor sería ponerle una cerca a las ciudades y revisar a cada persona que desee salir al campo que no lleve armas ni contaminación.
Hubo un tiempo en que el hombre vivía en el campo. En medio del campo. Y sus pies pisaban la tierra, recibía las vibraciones de la Tierra por las plantas de sus pies. Y eso le permitía entender al planeta.
Ahora los pies van encerrados en zapatos, y debajo de los zapatos hay asfalto y abajo del asfalto, tuberías y residuos de otras construcciones. Hasta los propios insectos, se han vuelto citadinos.
Las moscas de la ciudad no podrían vivir en el campo, allá serían rápidamente alimento de otros animales.
Hay un planeta que espera que este mensaje sea escuchado.
Los jóvenes de hoy y del mañana son la respuesta a las necesidades de la madre Tierra.
Algunos de ellos han sido dotados con la solución. Son el ejército de salvación. Traen internamente una porción de esa solución.
Han sido enviados para despertar.
Por eso necesitan escuchar a los padres de las tradiciones.
Por eso deben atender al llamado de los caracoles.
Por eso cuando escuchen al tambor resonar con un ritmo melancólico deben acercarse. Hay un mensaje para ustedes.
Los ancianos hablan… hay que escucharlos.
Ellos les hablarán en otro lenguaje que tal vez no entiendan con su mente.
Pero lo entenderán con el espíritu.
Porque será la madre Tierra hablando por su música.
Será la madre naturaleza que los estará llamando para que despierten al recuerdo de eso que el grillo les anunció, de lo que fue insertado en el mismo DNA de sus células.
No hay mañana si el presente no actúa ahora.
Por eso las acciones se realizan ahora.
Un pensamiento, una reflexión, una meditación ahora, formará un plan mañana.
Una carta, una canción, una pintura ahora, formará todo un movimiento mañana.
Un grupo, una conferencia, un congreso ahora, serán las ideas que asegurarán la solución mañana.
Las acciones son ahora… para poder tener un mañana.
Epílogo
Una Revolución Silenciosa empieza con un corazón encendido.
Una revolución silenciosa empieza con una mente que pregunta y un alma que responde.
Una revolución silenciosa empieza cuando la misma respuesta aparece en varios corazones, al mismo tiempo.
Y en esa respuesta hay un llamado a la acción.
Y en esa acción hay una semilla de cordura.
Que germinará en un mañana más prometedor.
Más consciente de la responsabilidad de vivir para todos.
La humanidad no la forman sólo los hombres vivos.
También los niños del mañana son parte de la humanidad. Los que no han nacido. Los que no tendrán oportunidad de nacer también deben ser tomados en cuenta.
Y esta revolución silenciosa vela también por el planeta.
Con sus animales y con sus plantas… a los que hay que cuidar.
Como se cuidan a los hijos… sabiendo que son ellos los que escribirán el futuro.
Como se cuida al río y a la montaña para que ellos nos cuiden a nosotros.
Nuestra revolución habrá de formar una nueva ciencia.
Una ciencia que atienda las preguntas importantes.
Que no responda a los intereses de la guerra.
Porque la mayor libertad del hombre reside en su poder de decidir en qué ocupa su mente.
Y los científicos del mañana, serán conscientes que el poder del dinero ha sometido a las mentes de los científicos del pasado.
Los ha obligado a trabajar para la guerra.
Es una industria que no produce… que destruye. Que se enriquece de las muertes de hermanos.
Por eso los nuevos científicos formarán las nuevas tradiciones.
Y se preguntarán las mismas preguntas que los viejos sabios de la antigüedad.
Ellos al igual que los chamanes y los brujos buscarán explicar a Dios.
Tal vez con ecuaciones o con aparatos ¿qué importa? Si al final la respuesta siempre será recibida en los corazones.
Los bastones de mando, serán substituidos por títulos de universidades ¿qué importa? Si al final el poder lo concede la Tierra cuando alguien la entiende y le habla en su idioma, cuando se
respeta a la montaña y se le habla a las plantas antes de cortarlas.
Esta es la voz de la humanidad, hablando por mi.
Hablo del pasado porque lo he vivido y hablo del futuro porque lo he visto.
Unamos al pasado con el futuro y hagámoslo ahora en el presente.
La Tierra lo pide.
Yo Soy Melquizedek
1 comentario:
A la montaña van los guerreros
ellos que portan su bella luz
a la montaña van los guerreros
ellos que portan su bella luz
que se comparte en cuatro mitades para que formen su nahuilloli
que se comparte en cuatro mitades para que formen su nahuilloli.
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